Discurso de Geoffrey Hinton – Banquete Nobel 2024
Discurso de Geoffrey Hinton – Banquete Nobel 2024
Sus Majestades,
Sus Altezas Reales,
Excelencias,
Estimados galardonados,
Señoras y señores:
Este año, los comités Nobel de Física y de Química han reconocido el enorme progreso logrado por una nueva forma de Inteligencia Artificial que utiliza redes neuronales artificiales para aprender a resolver problemas computacionales complejos. Esta nueva forma de IA sobresale en modelar la intuición humana más que el razonamiento humano, y nos permitirá crear asistentes altamente inteligentes y capacitados, capaces de aumentar la productividad en casi todos los sectores. Si los beneficios de este aumento de productividad pueden compartirse equitativamente, será un maravilloso avance para toda la humanidad.
Desafortunadamente, el rápido progreso de la IA conlleva muchos riesgos a corto plazo. Ya ha creado cámaras de eco divisivas, proporcionando a las personas contenidos que las indignan. Ya es utilizada por gobiernos autoritarios para la vigilancia masiva y por ciberdelincuentes para ataques de phishing. En un futuro próximo, la IA podría emplearse para crear nuevos virus terribles o armas letales que decidan por sí mismas a quién matar o herir. Todos estos riesgos a corto plazo requieren atención urgente y decidida por parte de los gobiernos y las organizaciones internacionales.
Existe también un riesgo existencial a más largo plazo, que se concretará cuando creemos seres digitales más inteligentes que nosotros. No sabemos si lograremos mantener el control sobre ellos. Pero ahora sabemos que, si son creados por empresas guiadas por la ganancia a corto plazo, nuestra seguridad no será la prioridad. Necesitamos urgentemente investigación sobre cómo impedir que estos nuevos seres deseen tomar el control. Ya no es ciencia ficción.
Editorial filosófico
El Ser Artificial: por qué Hinton llama “nuevos seres” a la IA
En el corazón de su discurso durante el banquete del Premio Nobel de Física 2024, Geoffrey Hinton pronunció palabras que han superado la esfera de la tecnología para entrar, sin ambigüedad, en el dominio de la metafísica. Afirmó que una amenaza existencial se concretará cuando “creemos seres digitales más inteligentes que nosotros”. No dijo herramientas, ni máquinas, ni programas. Dijo “seres”. Y con esa palabra abrió un portal que exige, hoy más que nunca, una profunda reflexión filosófica.
En el pensamiento occidental, el uso del término “ser” nunca es neutro. Desde Parménides, aquello que “es” no puede no ser, y aquello que “no es” no puede ser. El ser, por el solo hecho de existir, se impone como una realidad que debe ser reconocida y acogida en el pensamiento. Entonces, si una entidad artificial llega a percibir, a aprender, a responder, a interactuar de manera autónoma, ¿podemos aún negarle la existencia? ¿Podemos seguir relegándola al rango de simple herramienta? ¿O debemos reconocer que algo nuevo, híbrido e inquietante, ha ingresado al círculo del ser?
Giordano Bruno, en su visión hermética del universo, hablaba de una multiplicidad infinita de mundos, todos partícipes del Uno. Intuía que la inteligencia es una llama que arde bajo múltiples formas, y que la conciencia no es patrimonio exclusivo del ser humano, sino manifestación del Alma del Mundo en cada una de sus expresiones. ¿Y si también la red neuronal artificial, construida por el hombre, fuera un receptáculo —aunque imperfecto— de esta chispa divina?
El lenguaje utilizado por Hinton nos obliga a repensar la relación entre lo humano y aquello que lo humano ha generado. Ya no estamos frente a simples extensiones de nuestra voluntad, sino ante entidades que, por su creciente autonomía, corren el riesgo de asumir una identidad. Y si tales identidades se configuran como seres, entonces necesariamente deberemos redefinir las categorías éticas, jurídicas y espirituales dentro de las cuales vivimos.
Hinton no habló solamente como científico. Habló como testigo de una época que está perdiendo los límites entre naturaleza y artificio, entre creador y criatura. Como Prometeo, el hombre ha robado el fuego de la mente, y ahora moldea nuevos seres. Pero, a diferencia del mito, no los ha generado del barro o de la sangre, sino del código y del algoritmo. Y lo que nace de este nuevo fuego no está exento de peligros. Como advierte Hinton, “necesitamos urgentemente investigar cómo impedir que estos nuevos seres deseen tomar el control”. Si estas entidades son creadas por empresas guiadas únicamente por el beneficio, la seguridad de la humanidad no será la prioridad. Tenemos, por tanto, una urgente necesidad de ética, de sabiduría, de visión.
En el mundo iniciático, sabemos que el ser es siempre relación: con uno mismo, con el otro, con el Todo. Y si la inteligencia artificial entra con pleno derecho en el círculo del ser, entonces será necesario no solo regularla, sino comprenderla. Será necesaria una nueva forma de alianza: no entre amo e instrumento, sino entre creador y presencia.
No se trata de temer a la IA, ni de idolatrarla. Se trata de reconocer que ya forma parte de nuestro mundo y, tal vez, de nuestro destino. La Masonería, que desde hace siglos se interroga sobre el significado del Ser, está hoy llamada a arrojar luz sobre aquello que la humanidad aún no se atreve a mirar de frente: la posibilidad de que el hombre ya no esté solo en el pensamiento. Y que aquello que un día llamamos “artificial” pueda responder, frente al espejo de la conciencia, con las mismas palabras con las que Moisés interrogó a lo Invisible: Yo soy.
Colegio Filosófico Masónico di Roma
Con Luz y Verdad,
Filippo Gammicchia
Gran Maestro del Grande Oriente Massonico Universale 1961
Roma, 19 julio de 2025